Lápida de un tal Lucio Statorio Iucundilo, quién le iba a decir a él que estaría tan bien conservada a estas alturas de la película...
No sé si se han estado fijando, pero la mayoría de los personajes que han salido en el blog, tienen nombres muy parecidos, y muchos de ellos se repiten. Eso no es de extrañar ya que, por ejemplo, al final de la República sólo existían dieciocho praenomen, es decir, dieciocho nombres propios. Eso era todo. Así que por narices necesitaban el nomen y el cognomen, o no había manera de entenderse. En general, el nombre de pila no era muy importante, y cuando se citaba a la gente, era bastante habitual abreviarlos, por ejemplo:
- Ap.: Appius
- A.: Aulus
- C.: Caius / Gaius
- D.: Decimus
Y etc.
Lo considerado más importante era el nomen, es decir, el apellido familiar, que quizá les suenen más, por ejemplo la familia Iulia, de la que he hablado en más de una ocasión, o la familia Tulia. Así hasta cuantas familias hubieran. Se deduce que había más variedad entonces en el nomen que en el praenomen, lo que es bastante curioso, sobretodo hoy en día, que es costumbre poner a los churumbeles nombres cada vez más rocambolescos.
El cognomen es lo más divertido. No todos los ciudadanos tenían el "honor" de poseer uno, sólo los que pertenecían a familias patricias o eran conocidos por algo, ya fueran actores, escritores, historiadores, etc. Se utilizaba para acabar de especificar, para que no hubiera duda de que estás hablando de tu primo y no del hijo del vecino, que curiosamente también se llama Marco Cornelio (no era tan raro). Esto me lleva a la nostalgia de los días del colegio, en los que existían el gafotas, la granos, el gordito, el peludo... Pues el cognomen era básicamente esto, si un pobre hombre tenía la desgracia de tener acné, pues después de Marco Cornelio le ponían Cicerón, que viene de cicero(grano). Así que si decías, "Sí, Marco Cornelio...", y te miraban con cara de extrañados decías: "¡El de los granos!" y todo quedaba resuelto.
Hay muchos hombres ilustres de la época a los que se les ha acabado conociendo por su cognomen:
César: Significa cabellera o bello corporal. Escipión: Significa bastón, sería una especie de House a la romana. Claudio: Significa cojera, y es que aparte de llamarse así por pertenecer a la familia Claudia, nació desproporcionado, eso no se lo puedo negar...
Y así podríamos seguir y seguir, porque, lo que se solía hacer es que cuando un personaje notable era conocido por el cognomen, sus descendientes también lo acababan adoptando, convirtiéndose en un segundo apellido y dando lugar a un cuarto nombre, un segundo cognomen. Así que por ejemplo, todos los emperadores eran llamados Césares, pero dudo que todos tuvieran pelazo de ensueño. Especialmente el propio Julio César, del que se dice que no se quitaba la corona de laurel porque le clareaba el cartón.