¿Cuánto pides por este tío?

13.10.2017

Hola a todos, amigüitos y amigüitas, bienvenidos a un nuevo capítulo de "La vendetta de Remo". Hoy vamos a hablar de un tema que creo que a muchos les gusta y les inquieta a partes iguales, la esclavitud.

Por desgracia, muchos conocemos un poquito sobre lo que significa ser esclavo, y si no lo sabéis ahora, seguro que os acordaréis de mí el lunes por la mañana cuando volváis al trabajo, sobretodo si sois autónomos. Pero ahora en serio, todos sabemos que la esclavitud es algo con lo que no habría que banalizar, pero si sois seguidores de este podcast, también sabréis que yo prefiero no tomarme las cosas demasiado en serio y analizarlo todo desde un punto divertido e instructivo, con la esperanza de sacaros una sonrisa.

Antes de empuñar los cuchillos de despellejar (lo siento, he sido incapaz de encontrar el nombre propio de este tipo de cuchillos) hay que ser justos y puntualizar que los romanos no fueron los inventores de la esclavitud. Mucho antes, decenas de civilizaciones antiguas apostaron por el modelo esclavista sobre el que cimentar su economía. Egipcios, griegos y mesopotámicos entre otros, ayudaron a incrementar la vergüenza histórica aunque, por supuesto, no fueron los únicos.

A pesar de todo y como ya hemos visto en otros capítulos, los romanos tenían la maravillosa capacidad de refinar hasta límites insospechadamente crueles cualquier costumbre que adoptaban de países vecinos, y eso es lo que les hace tan bastardos y especiales a nuestros ojos (además de porque son los antepasados de muchos de nosotros...)

Por eso hoy, sin más preámbulos, descubrimos en "La vendetta de Remo" un capítulo oscuro de la historia de la antigua Roma: la esclavitud.

En aquellos tiempos, la esclavitud en roma era considerada como algo perfectamente normal. Un esclavo era percibido como un ser inferior pero se les respetaba su humanidad (todo un detalle). Y eso no era porque los romanos tuvieran su corazoncito, de eso nada. Los esclavos eran considerados como hombres y no como cosas o animales porque se les inculcaban deberes morales, como servir, entregarse o ser fiel. En realidad se trataba de un integrante más de la familia donde cada uno tenía un rol establecido y es por eso que se les quería o castigaba según su comportamiento. Pero no os dejéis llevar por esta estampa familiar tan entrañable, en realidad se les veía como niños, sin mucho uso de razón, y a quienes había que obligar a obeceder, fuese como fuese.

Además, los esclavos formaban parte del patrimonio de cualquier ciudadano romano, así que como las deudas o el apartamento en Torremolinos, también eran heredables, formando parte del inventario patrimonial. Al ser considerados una posesión, el amo no obecedía ley alguna más que su propia voluntad, lo que, como os podéis imaginar, era una auténtica putada.

Pues desde el punto de vista de los romanos, no tanto. Hay que recordar que para muchos autores la base de la economía romana era la esclavitud. Su sistema productivo dependía de ellos, hasta tal punto que la esclavitud nunca, repito, nunca fue abolida en Roma. En la mentalidad de la época, era un hecho social y económicamente necesario y aceptable. Así pues, los seres más maltratados por el pueblo romano eran, a su vez, los más imprescindibles.

Lo más curioso de todo es que los romanos se tomaban todo aquello con mucha filosofía, ya que creían que ser un esclavo o un hombre libre dependía del destino. Bueno, del destino y de si habían conquistado tu pueblo, robado tus bienes y encarcelado a tu familia. Curiosamente, el destino nunca se cebó con las nobles familias romanas.



ORIGEN Y ADQUISICIÓN

¿Y cómo conseguían tanto esclavo? Os preguntaréis. Pues la respuesta es bien sencilla si sois capaces de pensar como ellos, es decir, sin nada de compasión ni ética. Es fácil caer en la trampa y creer que la mayoría provenían de las guerras o de la conquista. Si bien es cierto que muchos de ellos veían de Europa, África o Asia, como parte de un botín de guerra, lo que realmente incrementaba la masa esclava era por la reproducción entre ellos mismos. Todo hijo de esclava, sea quien fuere el padre, era propiedad del amo. Hasta tal punto se tomaban esto en serio que, cuando una esclava embaraza se fugaba, se consideraba un hurto porque el bebé que llevaba en sus entrañas también era una posesión.

Cuando una esclava tenía un hijo era responsabilidad de su amo aceptarlo en la familia. No estaba mal visto que lo matara si no era de su agrado, pero un poco más adelante en la historia se empezó a ver como lo que era, algo muy chungo.

¿Os acordáis de los niños abandonados de los que hablamos en el episodio "Nacer pa' esto"? Sí, hombre sí, aquella bonita tradición que consistia en que el pater familias evaluaba al recién nacido antes de aceptarlo, y que si no le gustaba lo dejaba tirado en la calle.

Pues no era bien bien en la calle donde lo abandonaba, sino en un templo llamado Pietas. Allí existía una columna, la columna lactaria (sí, la palabra lactaria venía de lac-lactis, que significa leche, los romanos no tenían corazón) donde los bebés recién nacidos eran depositados para que alguien los adoptara. Por supuesto casi nadie lo hacía, sino que los recogían personas muy malas, muy malas que los convertían en esclavos si eran hombres y en prostitutas si eran mujeres. Los niños inútiles, deformes o débiles eran, digámoslo finamente, descartados, y el niño adoptado tomaba el apellido de su amo.

Venga, ahora que estamos animados, os cuento otras formas de adquirir esclavos. También se esclavizaba a hombres que no pudieran demostrar su libertad, no sé si tendrían un carnet o que, pero si te lo pedían por la calle y te lo habías dejado en casa, ya te podías preparar para lo peor. Por último, lo que me parece más increíble, había algunos pobres libres que se vendían a sí mismos para asegurarse el pan y el abrigo a la sombra de algún amo. Así que, si lo pensamos detenidamente, en Roma en ocasiones era peor ser un libre pobre que un esclavo alimentado.

La venta de esclavos solía realizarse en subasta pública, en las tiendas o por venta privada para los esclavos más valiosos. Los funcionarios fiscales romanos, llamados Cuestores, eran los encargados de supervisar la trata de esclavos. Cuanto más institucional y burocrático es algo, más lo normalizamos y menos pensamos en la atrocidad que cometemos.

A veces, los esclavos estaban expuestos en soportes rotativos, para darle más fantasía al asunto, y junto a cada uno de ellos colgaba una placa que describía su origen, salud, inteligencia, educación y otra información importante para el comprador. Para poder apreciar mejor sus cualidades y defectos siempre eran expuestos desnudos, y los precios variaban con la edad y la calidad. No nos equivoquemos, los esclavos más caros podían valer miles de euros actuales. 

Imaginaos que vais a comprar un coche, imaginaos que da vueltas y más vueltas en una plataforma rotativa con unas luces de neon y una musiquita de ascensor de fondo que te está llamando para que lo compres. Necesitarás una garantía...¿verdad? Los esclavos también tenían garantía, y, como en un concesionario de automóbiles, los amos estaban obligados a reemplazar al esclavo defectuoso por uno nuevo al cabo de seis meses tras la compra si el cliente no quedaba satisfecho. Bueno, ahora que lo pienso, no sé si en los concesionarios de coches eso se hace...

También había saldos, esclavos puestos a la venta sin periodo de garantía que estaban obligados a llevar una gorra en la subasta y que eran más baratos.


Triste pero cierto. 


Sé que todo esto os sonará demasiado fuerte, y tal vez estéis pensando que me tomo muy a la ligera este tema, pero mi intención es ponerme en el lugar de un ciudadano romano medio y ver el mundo con sus ojos. Por mucho que me cueste.

El Digesto de Justiniano, una obra jurídica publicado en el año 533 d.C. nos informa de lo siguiente en lo que a trata de esclavos se refiere:

Si a un esclavo le falta un diente, no está enfermo. En efecto, a una gran parte de las personas les falta algún diente y no por ello están enfermas. Por lo demás, nacemos sin dientes y no por ello estamos menos sanos hasta que no nos salen los dientes.

O:

Asimismo ha de saberse que en un esclavo ser zurdo no es una enfermedad ni un defecto, a menos que utilice mejor la mano izquierda por tener la derecha inutilizable; en tal caso el esclavo no es zurdo, si no manco.

Pero tranquilos, que hay más...

Algunos defectos de los esclavos son más de índole psicológica que física, como, por ejemplo, si queire asistir con frecuencia como espectador a los juegos o se embelesa contemplando las pinturas de los cuadros, o si dice mentiras o tiene otro defecto similar.

Y mi favorita:

Un esclavo no deja de estar sano porque se orine en la cama mientras esta dormido o borracho, o porque le dé pereza levantarse. Pero si no puede contener la orina por algún defecto de la vegija, podrá cancelarse la venta no ya porque se orine en la cama, sino porque tiene la vegija defectuosa...

La vegija defectuosa...Me parece que me van a hacer falta unas gafas con más graduación para conseguir ver el mundo con los ojos de esta gente...



TIPOS DE ESCLAVOS.

Sigamos adelante, ahora ya es demasiado tarde para echarse atrás.

La vida como esclavo dependía en gran medida del tipo de trabajo que se le asignaba. Estar perfectamente sano y ser robusto era casi una condena, ya que muchos esclavos con estas características acababan trabajando en las minas bajo durísimas condiciones o en la arena, como gladiadores. Era preferible tener algún defectillo pero sin pasarse. ¿Se imaginan el destino de un esclavo al que le faltase una pierna? Yo tampoco quiero imaginármelo.

Después de recopilar mucha información, he hecho una clasificación chapucera de los distintos tipos de esclavos que había, así que vamos a hablar de ellos y sus condiciones de vida, desde los que vivían peor hasta los que tenían más privilegios.

Ya hemos hablado de los esclavos de las minas, trabajar en las minas era prácticamente una lenta sentencia a muerte, y allí iban a parar los hombres de mejor físico, los delincuentes y los mal criados, que por lo general debían llevar cadenas toda su vida.

Plinio nos cuenta un poco cómo era el día a día de estos esclavos:

Las penalidades en las minas de oro son más duras que los trabajos de los Gigantes. Los montes son perforados excavando larguísimas galerías a la luz de las lámparas; la duración de los turnos es la de estas últimas, de modo que los mineros pasan muchos meses sin ver la luz del sol- Se abren grietas de manera repentina y aplastan a los operarios de modo que actualmente se considera menos temerario pescar perlas o el molusco de la púrpura en las profundidades del mar. ¡Tanto más peligrosa hemos hecho que resulte la tierra firme!

Como veis, Plinio se quejaba de cómo estaban destruyendo la tierra, no de que cientos de hombres fueran aplastados. Eso era un mal menor.

Los esclavos agrícolas tenían un poco más de suerte. Trabajaban duro en los campos romanos al servicio de los terratenientes propietarios de grandes villas y domus, los señoritos de hoy en día. El cultivo de cereales o la fabricación de aceite, vino o garum eran algunas de sus ocupaciones, además de mantener en orden la villa. Había casos entre los pequeños terratenientes en los que se negaban a tener esclavos y se decidían a cultivar la tierra por su cuenta porque la mantención de los esclavos les resultaba muy costosa, pero también hubo otros tantos que ofrecieron a sus esclavos de confianza cargos importantes en la gestión de las tierras y los negocios.

En el artesanado y las distintas profesiones ocurría algo parecido, ya que todos ellos trabajaban con esclavos como aprendices hasta que el dueño moría y decidía si quería liberar a sus esclavos y legarles el negocio o no. La vida de estos esclavos tenía lugar en la ciudad o en zonas urbanas, así que resultaba una vida más placentera que los trabajadores del campo.

Uno de los tipos más interesantes de esclavos eran los domésticos, también llamados Vernae. Este nombre significa viene del termino vere nati, es decir, nacidos en primavera, lo que sugiere que eran criados como animales.

Los esclavos domésticos gozaban de un nivel de vida más alto y tenían privilegios inexistenes para un esclavo rural. Eran criados y cumplían funciones de lo más variado: peluqueros, mayordomos, cocineros, empleados domésticos, enfermeros, maestros secretarios y costureras. Los esclavos que tenían más educación e inteligencia podían trabajar como contables, profesores o médicos.


Esclavas intentando dejar bonita a su ama...¿Tarea imposible?


Por supuesto dentro de los esclavos domésticos también había jerarquías. No era lo mismo servir la cena que enseñar a los niños, y muchos también realizaban tareas de administración de la casa o como espías para sus amos. Los romanos muy ricos podían llegar a tener decenas de esclavos mientras que los no tan ricos tenían de uno a tres esclavos, casi nada.

Los esclavos podían vivir en pareja y formar una familia, pero siempre bajo la fórmula del concubinato, ya que al no ser ciudadanos no podían unirse al matrimonio, y siempre debían ser conscientes que sus hijos se convertirían en esclavos nada más nacer. Una estampa digna de la casa de la pradera, sin duda.

A pesar de que su alojamiento y comida eran de una calidad inferior a la de los miembros libres de la familia, la vida de este grupo privilegiado de esclavos era comparable a la de muchos romanos libres pero pobres. Es por eso que muchos hombres libres e instruidos como arquitectos y comediantes preferían esclavizarse a ser asalariados, porque no solo se aseguraban una comida y un techo, si no que vivían bajo el ala de un amo poderoso que les podía asegurar un futuro.

Por último existían los esclavos funcionarios, que ocupaban el escalfón más alto de todos.Prácticamente todos los funcionarios del imperio eran esclavos del emperador, algunos de ellos bastante exitosos, y es que los más ambiciosos se vendían como esclavos para asegurarse alguna posición de administrador de algún nombre, o como tesoreros imperiales. Por ejemplo en el caso de Pallas, descendiente de una familia noble de Arcadia, se vendío como esclavo y acabó siendo un ministro de finanzas muy cercano al emperador Claudio.

Respecto a las mujeres, qué puedo decir. O esclavas sexuales, o de compañía, o cocineras o lo que era peor, fábricas de nuevos esclavos. Espero algún día poder hacer un capítulo extenso sobre la figura de la mujer en la antigua Roma, porque tela, tela...

Y ahora os propongo un pequeño juego. Vamos a imaginar que sois los invitados en una gran casa de una noble familia romana. Os han dicho que os traigáis el pijama porque os quedaréis a dormir un par de días. Nada más llegar a casa de vuestro anfitrión, unos esclavos os recibirían, os recojerían la toga y los zapatos y os ofrecerían un baño caliente o un lavado de pies.

Después del acicalamiento os tumbaríais en vuestro triclinium y los esclavos más guapos y de mejores modales os servirían la comida vestidos de colores vivos, que contrastarían con sus cabelleras, con las que a veces sus amos se secaban las manos o la boca. La comida, por cierto, también estaría cocinada por una esclava. Se os asignaría un servus ad pedes, un esclavo que permanecería a vuestros pies para lo que necesitarais y, por supuesto, también tendríais la posibilidad de acostaros con cualquier ade ellos, hombres o mujer, ya que su cuerpo estaba en venta si el amo así lo disponía. Poco a poco os daríais cuenta durante vuestra estancia en la casa, que un 90% de los habitantes serían mano de obra esclava.


¡Buscaros! ¡Buscaros en esta imagen!


Una vez en el Senado se propuso que los esclavos se distinguieran de los hombres libres por el vestido, pero inmediatamente se vio el peligro que suponía que los esclavos empearan a contar a sus amos y descubrieran hasta que punto superaban en número a la población libre. Miedito, ¿verdad?

Es por eso que la sociedad romana tenía una normativa muy estricta en lo que a los esclavos se refiere, y había algunas leyes que afectaban de igual forma a un esclavo minero y a un funcionario del estado.



DERECHOS Y DEBERES.

Los esclavos eran propiedad absoluta de su dueño, Carecían de personalidad jurídica, de vienes y hasta de familia propia. No tuvieron derecho a casarse hasta el siglo II dC. No se les permitía entrar a representaciones teatrales y debían llevar un collar con una placa en la que se leía, por ejemplo: Retenme para que no escape y devuélveme a mi dueño, fulanito, que vive en tal sitio. Como un perrito, básicamente.

La crueldad para con los esclavos era bastante común en la civilización romana. Incluso por parte de las esposas, que mandaban azotar a sus esclavas en sus ataques de celos. Aún considerando la variedad de clases esclavas, había algo común a todas ellas, el poder sin límites del amo sobre ellos. El amo podía venderlo o incluso matarlo en cualquier momento, y al esclavo se le podía torturar, no solo si había la sospecha de que había cometido un crimen, sino también si el crimen lo había cometido su amo. Llegó un momento en el que ninguna acusación era formal si no se había torturado al esclavo de confianza del sospechoso. Muy fuerte.

Aún así, los esclavos también tenían algún derecho que otro. Se consideraba indecente cuestionar la libertad o la condicion esclava de cualquier persona, pero en los casos judiciales siempre estuvo favorecida la libertad, de modo que la balanza de la justicia siempre estaba levemente inclinada hacia el lado de la libertad.

No es que los esclavos no tuviesen vida privada, ya que tenían libre acceso a la religión y podían, si querían, ordenarse sacerdotes de alguna de ellas, incluso de la cristina que, por cierto, jamás penso en abolir la esclavitud. Los días festivos todos libraban: esclavos y funcionarios iban frecuentemente a las arenas y al circo.

Hay una anécdota que dice que Catón, convencido de que los esclavos cometían la mayor parte de las maldades como consecuencia de la frustración sexual, permitía a sus siervos acostarse con esclavas, a cambio de cierta cantidad de dinero que él cobraba.

Pero, un momento, ¿no hemos dicho que los esclavos no tenían posesiones?

En cierto modo era así, pero también es verdad que los esclavos que gozaban de la confianza de sus amos podían ganar pequeñas cantidades de dinero a cambio de trabajos bien hechos y sacrificios. Esto les permitía gozar de algunos caprichos y sentirse, encima, agradecidísimos y en deuda con sus amos. Una jugada maestra.

Por lo general los esclavos tomaban su condición con resignación, y puesto que siempre había sido así y más vale servir que ser libre y morirse de hambre, no les quedaba más remedio que agradar a su amo, quien siempre tenía el poder de liberarlo a él y a su futura descendencia. Es por eso que entre esclavos había muchas luchas y trampas, lo mismo que adulaciones y el constante miramiento hacia el amo, a quien llamaban "el mismísimo". Yo añadíría "hijo de puta" a la frase, pero eso ya lo dejo a consideración de cada uno.



LIBERACIÓN

Y es que sí, mucha de la esperanza y las ganas de seguir viviendo de los esclavos se basaba en su liberación, una práctica bastante común entre el pueblo romano que, como todo, tenía sus propias normas.

Había distintas formas de lograr la libertad o manumisión.

  • Con su propia muerte, cuando lo liberaban para que tuviera un entierro de persona libre. Todo un detalle pero bastante triste, ya me dirás tú de que servía a esas alturas liberar a nadie, en fin.
  • Con la muerte de su amo, en cuyo testamento solían liberar a sus esclavos como muestra de generosidad. Por aparentar más que otra cosa. Se les legaba algo de dinero para que pudieran seguir con su vida.
  • Comprando su libertad, ya que después de haber pasado años de intermediario de su amo en los negocios podían ganar un poco de dinerico.
  • Por declaración ante un magistrado. Amo y esclavo defendían su libertad ante un magistrado y si era aceptada se ponía un bastón en la cabeza del esclavo como señal de libertad.

A algunos no los liberaban ni muertos...


Hay que tener en cuenta que otorgar la libertad a un esclavo probaba la bondad del amo, pero el esclavo no tenía ningún derecho a pedir y mucho menos a exigir su libertad. Se trataba de un acto meritorio del amo, no solo ante los esclavos sino también ante los hombres libres, pero no era un deber ni muchísimo menos..

Los únicos que podían interceder a favor de los esclavos eran otros hombres libres, amiguis del propio amo que trataban de convencerlo para que les otorgara la libertad. De hecho, si un esclavo se refugiaba en casa de un amigo libre de su amo no era considerado fugitivo.

Pero no os creáis que a partir de ahí la vida era un camino de rosas. En muchos casos los libertos, así se llamaba a los esclavos liberados, sólo subió un peldaño para formar parte de la plebe y, por lo tanto, con la necesidad de trabajar para ganarse la vida. Lo más curioso es que muchos lo hacían al servicio de su antiguo amo, así que ya me dirás tú...

Además, los libertos tenían ciertos deberes para con sus antiguos amos. Por ejemplo, si un liberto ejercía el arte de la pantomima, tenía el deber de actuar gratuitamente no sólo para su patrono sino también en los espectáculos organizados por los amigotes de éste. Si un liberto ejercía la medicina, era su obligación curar gratis a los amigos del patrono. Vamos, que aquello era un mamoneo que para qué os voy a contar.

El título lo dice todo...¿no?


Supongo que habréis oído hablar de Espartaco, de aquél esclavo que se fugó junto a setenta esclavos más de un centro de gladiadores de Capua en el 73 a.C. Rápidamente atrajeron a miles de esclavos y campesinos indigentes, enfrentándose en el campo de batalla a los ejércitos de roma durante dos años en una lucha épica que...

¿Sabéis qué? Mejor que la historia de Espartaco la dejemos para otro día. ¡Todavía queda mucho que contar!

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