Hagan sus apuestas...
Antes de nada, es importante remarcar que el juego estaba terminantemente prohibido en el territorio dominado por los romanos. Esto era raro porque no era normal que se legislaran las costumbres de origen civil (se podía fumar y todo...menuda osadía) El caso es que se prohibió porque la gente llegaba a apostar cantidades ingentes de dinero, algo que se ha hecho toda la vida vamos, pero después de un par de multas de aviso, los romanos simplemente empezaron a jugar dentro de las tabernas y a substituir el dinero por fichas, así que, como ven, mucho le debe Las Vegas a la ley romana.
Y es que, hay que dejar una cosa clara, desde la plebe más humilde hasta los emperadores, pasando por los campos de legionarios, todos se saltaban la norma a la torera y jugaban cuando les daba la gana. Por poner un ejemplo, el emperador Claudio, mi favorito, ya se lo adelanto, era tremendamente aficionado a los dados, y emperadores como Calígula o Cómodo (dos ejemplos de la chaladura imperial) llegaron a organizar casas de juego en el propio palacio para los patricios, y conseguir, de esta manera, fondos para quién sabe qué.
Pero volvamos a los dados, al juego en general, eso que atrae, que engancha y desbarata la economía del que no sabe controlarse. La historia de los dados es larga y aburrida, la resumiré diciendo que en Egipto se usaban tablillas con una cara pintada de negro y la otra del color natural de la madera (dados de dos caras) y que fueron los griegos, menuda sorpresa, los que implantaron los dados de seis caras en Roma.
Era muy común entre la plebe jugar a los dados en las tabernas. Los romanos acostumbraban a tirar dos dados, a diferencia de los griegos que tiraban tres. Algunas veces los tiraban con la mano, pero como los romanos no se fiaban ni un pelo los unos de los otros, así les fue, por otra parte, acostumbraban a usar un fritillus, que es lo que hoy en día se conoce como cubilete.
Lo curioso es que se han encontrado dados trucados de aquella época, y es que lo de hacer trampas en el juego es más viejo que, como dicen en mi casa, "El puente romano", expresión que me viene al pelo.
A parte de los dados, existían otros juegos con los que los romanos mataban el tiempo. Uno de ellos era el Latrunculi.El Latrunculi era como una mezcla entre el ajedrez y las damas, para que se hagan una idea. Mismo tablero, una hilera de fichas por jugador y el objetivo de matarlas a todas. La gracia era cómo se movían, de forma ortogonal, es decir, como se mueve el caballo en el ajedrez.
Otro parecido al Latrunculi era el Calculi, sí, los nombres tienen lo suyo. El procedimiento era casi el mismo, pero se jugaba con tableros más grande y con alguna regla modificada. Pero el juego estrella, el que consiguió la prohibición, el que el emperador Claudio llevaba en su carruaje por si se aburría yendo de aquí para allá, era el Tabula. El Tabula es un juego endemoniadamente difícil y que les juro que he intentado comprender. En un tablero parecido al Backgammon, me consta que las fichas se movían y pasaban cosas.
No me pongan mala cara, estoy segura que mi amigo Wikipedia hará las delicias de todos si sienten el cosquilleo de la curiosidad. Si consiguen entenderlo, por favor, háganmelo saber.
Y para aquellos que se han quedado con un gusto amargo en la boca a causa de mis pobres explicaciones (lo entiendo), les daré un caramelito final. ¿Sabían que los romanos jugaban al Risk? Sí amigos, el Risk es tan viejo como la conquista, pónganse a calcular. Por supuesto no se llamaba Risk ni mucho menos, por aquél entonces ésa palabra simplemente se acercaba a algo parecido a un insulto pueblerino de un dialecto bárbaro, pero si no me creen, revisen la serie "Yo Claudio", una de las mejores de temática romana que he visto, y una de las más fidedignas. En uno de los capítulos aparece Augusto jugando al "Risk" con sus nietos. En el fondo, el tablero siempre acaba siendo el mismo, los nombres cambian, los fronteras varían y los tratados se firman, pero el territorio sigue ahí, inexpugnable o no, listo para ser conquistado por emperadores, parodias francesas de emperadores y señores bajitos con bigote. Y ahora practiquen, jueguen y juzguen. Como dijo mi colega Julio: "Alea Iacta Est". (si Julio César supiera que le he llamado colega con total impunidad...)S, va por ti :)
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